Imagínese usted que este congreso no toma lugar hoy, sino cincuenta años en el futuro. Figúrese que tiene la fortuna de no haber sido destruido en un gran apocalipsis nuclear o de haber sido víctima de una terrible enfermedad producida por un virus de laboratorio, y que, además, usted tiene la suerte, de ser público en esta misma ponencia.
¿Qué cambios puede vislumbrar a su alrededor?: ¿Estará rodeado de grandes pantallas led, o en medio de una nave espacial?, ¿tendrá como acompañantes a las mismas personas o estará en medio de una multitud de robots?, y esos robots, ¿serán simples mesoneros o podrán hasta ser ponentes de una charla?, ¿serán ellos sus esclavos o tendrán los mismos derechos que los humanos?
En definitiva, son infinitos los escenarios que depara el futuro e ilimitadas las incógnitas que éste genera. Es así como uno de los autores más prolíficos de la épica, Isaac Asimov, intenta mediante la ciencia ficción, desmarañar las múltiples interrogantes que conlleva el futuro.
En su obra "Auténtico Amor" el escritor relata la historia de un programador, que mediante una computadora intenta conseguir el amor ideal. Después de varios resultados infructuosos, el protagonista decide dotar la base de datos del ordenador con información acerca de su personalidad. Es así como, al hacer eso, el computador desarrolla la personalidad de su creador y termina arrebatándole a su pareja ideal.
Que el computador sea capaz de desarrollar una personalidad genera múltiples preguntas. Él es como un hombre: puede hablar, leer y escribir; además de poseer emociones. Pero no está claro si sus emociones son reales. Probablemente él no sabe qué significa el auténtico amor; pero si sabe como actuar como su programador por lo que sí será posible que el complazca a la chica ideal.
Eso suena muy extraño o fantasioso hoy en día, porque las computadoras son máquinas que sólo sirven para el trabajo y recreación. Sin embargo, las predicciones de Asimov quizá no estén tan lejos de la realidad.
Hoy en día se desarrollan múltiples investigaciones en el área de la inteligencia artificial: los robots pueden aprender a hablar, leer y a desempeñarse en su entorno. Y también, es muy cierto que hoy en día muchas personas buscan su pareja ideal en Internet, tal como predijo el autor.
Pero es imposible que las computadoras puedan desarrollar maldad por sí solas, sin la ayuda de sus programadores, por lo que resulta incierta la idea de un computador "roba-parejas".
La sociedad del futuro se enfrenta a un terrible paradigma: el de permitir o no que las computadoras desarrollen verdaderos sentimientos. Una sociedad compuesta por robots está expuesta al riesgo de vivir en un mundo de emociones programadas y sin un trasfondo verdadero: los sentimientos deben ser de dominio exclusivo de los humanos.